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Españoles en Mauthausen: Alhama recuerda a las vÃctimas de los campos de concentración nazis
El sábado 19 de mayo a las 19:30, la casa de la cultura de Alhama acoge la conferencia y exposición 'Mauthausen. El fotógrafo del horror', a cargo del historiador Benito Bermejo. En el acto intervendrán Fuensanta Escudero, historiadora e investigadora de los murcianos en Mauthausen, y VÃctor Peñalver, historiador.Â
Se podrá visitar hasta el 3 de junio.
El domingo 20 de mayo en el jardÃn de Los Mártires a las 12:45 tendrá lugar la inauguración del monumento a los alhameños vÃctimas de los campos de concentración nazis, con la actuación de la Agrupación Musical de Alhama de Murcia.
Campo de concentración de Mauthausen-Gusen*
Fueron un grupo de campos de concentración nazis situados en torno a la pequeña localidad de Mauthausen en Austria, aproximadamente a 20 km de Linz.
Inicialmente habÃa un solo campo en Mauthausen, pero con el tiempo se expandió hasta convertirse en uno de los complejos de campos de concentración más grandes de la zona nazi de Europa. Aparte de los cuatro subcampos principales en Mauthausen y la cercana Gusen, más de 50 subcampos, localizados por toda Austria y el sur de Alemania, utilizaron a los ocupantes como esclavos. Algunos campos subordinados al complejo de Mauthausen incluÃan fábricas de munición, minas, fábricas de armamento y plantas de ensamblaje del avión Me 262.
En enero de 1945, los campos, dirigidos desde la oficina central en Mauthausen, contenÃan unos 85.000 prisioneros. Se desconoce el número de vÃctimas, aunque la mayorÃa de las fuentes las cifran entre 122.766 y 320.000 en todo el complejo. Los campos formaron uno de los primeros campos de concentración masivos en la Alemania nazi, y fueron los últimos en ser liberados por los Aliados Occidentales o la Unión Soviética. Los dos campos principales, Mauthausen y Gusen I, fueron los dos únicos campos de toda Europa etiquetados como campos de "Grado III", lo que significaba que eran los campos más duros para los "Enemigos PolÃticos Incorregibles del Reich". A diferencia de muchos otros campos de concentración, que eran para todo tipo de prisioneros, Mauthausen fue utilizado principalmente para tareas de exterminio de la intelligentsia, gente ilustrada y miembros de las clases sociales altas de paÃses subyugados por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.
En agosto de 1940 llegaron al campo de concentración, en vagones de carga, la primera tanda de los 7.300 inscritos en el campo hasta 1945. Estos españoles procedÃan de la Francia ocupada: El primer convoy que llegó este mes, procedÃa del Stalag VII A (Moosburg) y llegó el 6 de agosto con 392 prisioneros españoles. El segundo convoy en llegar lo hizo el 9 de agosto procedente del Stalag I B (Hohenstein) con 168 prisioneros españoles. El tercer convoy llegó el 13 de agosto procedente del Stalag IX A (Ziegenhain) con 91 presos españoles. El cuarto convoy en llegar este mes, llegó con 430 prisioneros el 24 de agosto procedente del Frontstalag 184, concretamente del campo de Les Alliers (Angulema) y pertenecÃan a la expedición conocida como Convoy de los 927.11 El quinto y último convoy del mes de agosto fue el que llegó el dÃa 30 procedente del Stalag II B (Hammerstein) con 22 prisioneros.
Formaban parte del medio millón de republicanos que cruzaron la frontera en los últimos meses de la guerra civil, tras la caÃda de Cataluña. En Francia, fueron internados en campos de concentración distribuidos por el sur de paÃs: el Campo de Argelès-sur-Mer, el Campo de Le Vernet d'Ariège, Barcarès y Septfonds. Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, muchos de ellos fueron enviados al frente con uniforme francés —en las filas de la Legión Extranjera o en escuadrones de choque—, o integrados en CompañÃas de Trabajadores Extranjeros. La mayor parte de éstos acabaron capturados por los alemanes en los primeros momentos de la invasión de Francia (mayo–junio de 1940). Tras un paso por los campos de prisioneros de guerra (Stalags) fueron enviados a Mauthausen, donde integraron el grueso del contingente español.
Requerido por las autoridades alemanas para determinar el destino de los prisioneros, el Gobierno de Francisco Franco replicó que no existÃan españoles allende las fronteras; de ahà que los republicanos de Mauthausen llevaran el triángulo azul de los apátridas, con una S —de Spanier— en el centro.
En una segunda fase (después de 1943) los republicanos españoles que llegaban a Mauthausen eran personas detenidas por su actividad en la resistencia francesa. En total, alrededor de 35.000 españoles participaron en la guerra mundial junto a los aliados: cerca de 10.000 acabaron en los campos de concentración alemanes.
Mauthausen pronto comenzó a ser conocido entre los deportados como «El campo de los españoles». Aunque los primeros barracones se remontan a 1938, fueron albañiles españoles quienes construyeron Mauthausen. De ahà que un superviviente francés haya llegado a afirmar que «cada piedra de Mauthausen representa la vida de un español». La mayorÃa de los españoles llegó al campo a partir del Armisticio francés, entre la segunda mitad de 1940 y el año 1941. Muchos fallecieron entre 1941 y 1942; por ejemplo, en septiembre y octubre de 1941 una gran parte de los muertos de Gusen —un Kommando o campo auxiliar destinado al exterminio de los presos más débiles— fueron españoles.
El eje de la vida en Mauthausen era la cantera de granito, en la cual trabajaban los prisioneros hasta su muerte por extenuación. Una escalera de 186 peldaños separaba la cantera de los barracones. Los deportados debÃan subirla diez o doce veces por dÃa, cargados con grandes piedras a la espalda, mientras los kapos —prisioneros que ejercÃan como capataces y normalmente polacos— les empujaban, zancadilleaban y golpeaban con bastones. Cuando falleció el primer español, el 26 de agosto de 1940, sus compatriotas, ante la sorpresa de los verdugos, guardaron un minuto de silencio, situación que se repetirÃa en numerosas ocasiones. Con el paso del tiempo, algunos españoles pasaron a desempeñar trabajos especializados: albañiles, peluqueros, administrativos, sastres, intérpretes o fotógrafos, pues tenÃan más posibilidades de sobrevivir que los trabajadores de la cantera. También podÃan acceder a más información y disponer de más autonomÃa para sostener la organización clandestina republicana que funcionaba desde mediados de 1941.
La labor de la organización española fue crucial, porque cuando en 1942 comenzaron a llegar deportados procedentes de la resistencia francesa y del frente ruso, los españoles eran los veteranos del campo, expertos estrategas en la lucha por la supervivencia, dispuestos a transmitir sus conocimientos a los recién llegados. Por otra parte, al desempeñar diversas actividades en la gestión de Mauthausen, podÃan ayudar a otros prisioneros. Los españoles que cuidaban la sala de duchas —por poner uno entre otros muchos ejemplos— salvaron la vida a más de un compañero cuando los nazis llevaron a cabo allà ejecuciones masivas mediante la inmersión de grupos de prisioneros durante horas y horas en naves repletas de agua helada hasta la altura de la cintura. La organización clandestina española, además, repartÃa medicinas robadas de la enfermerÃa y redistribuÃa la escasa comida que llegaba a los presos, con el fin de asignar más alimentos a los débiles y enfermos.
Sin embargo, el recuerdo más vivo en la memoria de los supervivientes de otros paÃses, sobre todo de los franceses, al hablar del Campo de Mauthausen, es la fe española en la derrota del nazismo, incluso en los peores momentos de la guerra. Quizá porque los republicanos españoles llevaban luchando contra la Alemania nazi y sus socios desde el inicio de la Guerra Civil Española, en 1936. «Una victoria más», explicó en una ocasión un superviviente francés, era la frase que pronunciaban los presos españoles cada vez que llegaban al último de los 186 peldaños de la escalera de la cantera. Convencidos de la victoria aliada, los republicanos decidieron conservar pruebas de la barbarie, para el posterior juicio a los verdugos. AsÃ, por ejemplo, Francisco Boix, fotógrafo del campo, hizo copia de todas las fotos que pasaron por sus manos y logró esconderlas hasta el final de la guerra. Gracias a ellas, Boix pudo probar durante los juicios de Núremberg la presencia de los jerarcas Albert Speer y Ernst Kaltenbrunner en Mauthausen y demoler asà su alegato de que desconocÃan los campos de exterminio.
Cuando el Ejército norteamericano entró en Mauthausen, el 5 de mayo de 1945, banderas republicanas habÃan sustituido a las banderas nazis y la puerta del campo estaba cubierta por una gran pancarta en la que se podÃa leer: «Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas libertadoras». La liberación del campo, sin embargo, no significó para los republicanos el final de la guerra comenzada en 1936. Muchos no pudieron volver a la España del franquismo, aliada ideológica de los nazis que habÃan combatido en Mauthausen, y habrÃan de encontrar asilo en otros paÃses, sobre todo en Francia.
El 9 de mayo de 2010, coincidiendo con el DÃa de Europa, la Vicepresidenta primera del Gobierno de España, MarÃa Teresa Fernández de la Vega, acudió a los campos de Mauthausen a la conmemoración del 65º aniversario de la liberación de los mismos. En aquella ocasión la Vicepresidenta señaló que las vÃctimas del nazismo, que las vÃctimas del fascismo, que las vÃctimas del franquismo, no serán vÃctimas del olvido y celebró la memoria de los republicanos españoles muertos en Mauthausen como precursores de la Europa de los derechos en la que hoy vivimos.
*Wikipedia